
Lo mejor: Aún y repetir el planteamiento de su antecesora, Eli Roth sabe aportarle nuevos y geniales aspectos a la trama, explicando en esta secuela quiénes son los responsables del perverso club y de dónde proceden los trastornados verdugos con una gran sequencia que nos retrata de forma brutal, el retorcido mundo en el que se mueven estos socios (brillantemente reflejado en el personaje intrepretado por Richard Burgi). Hay que hacer una mención especial como siempre, a los fantásticos y siempre creíbles efectos especiales y de maquillaje a cargo de Gregory Nicotero y Howard Berger. Si algo hay que reconocerle al joven pupilo de Tarantino, es la crueldad y perversión con la que planea ciertas escenas, que hacen pasarlo realmente mal por los protagonistas. Atención a los grandes cameos de esta segunda parte; la bella y mítica Edwige Fenech y el maestro del horror italiano Ruggero Deodato, en una estupenda escena de canibalismo.
Lo peor: En conjunto pierde la intensidad y mala leche del primer Hostel en beneficio de un "humor" más tontorrón. De la mitad del metraje hasta su fin, el argumento se precipita hacia situaciones previsibles y muertes poco contundentes que hacen deslucir ligeramente el tono que había adquirido la película en su inicio.
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