Basada en el manga escrito por Kazuo Koike e ilustrado por Kazuo Kamimura, la historia transcurre en un Japón en el que empieza a fracturarse su sistema feudal y social debido a la inminente irrupción del mundo occidental. En este contexto, una peligrosa banda de ladrones ataca a una família indefensa, asesinando cruelmente al esposo e hijo y luego violando a la esposa. Para vengarse, la desdichada mujer se introduce en el mundo de la prostitución para dar con uno de los asesinos de su familia al que termina matando. Unos meses después, en prisión y embarazada por la violación, la mujer da a luz a una bonita niña a la que llama Yuki, encomendándole antes de morir, terminar con la venganza que no pudo completar en vida. La niña es entregada en adopción a un monje que le enseñará todos los secretos del arte de la espada, a no mostrar piedad alguna y terminará convirtiendola en una implacable máquina de matar, para poder vengar de adulta (Meiko Kaji), a su difunta familia en una obsesiva y sangrienta caza del resto del grupo de infames verdugos.
Lo mejor: La ambientación del Japón feudal, mostrando las pequeñas callejuelas de los barrios dónde la bella y letal Yuki da muerte a los maleantes bajo la nieve, con grandes dosis de gore y hemoglobina a chorro. La fántástica y contenida actuación de la por aquel entonces famosa cantante de los años 70 Meiko Kaji, la cual es responsable de dos maravillosos temas interpretados por ella misma y que pueden escucharse en el film: "Flower of Carnage" y "Urami Bushi". Que éste clásico del cine asiático sirviera de clara inspiración para que el gran reciclador Quentin Tarantino diera forma argumental y visualmente a su propia saga de venganza; Kill Bill.
Lo peor: No haber descubierto antes esta gran película, así como su maravillosa actriz protagonista, Meiko Kaji.

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